Nos cuesta unas cuantas vueltas por el Hutong encontrar nuestro alojamiento. Al llegar nos ofrecen una noche en la habitación de categoría superior, aunque tenemos reservada la estándar.
Al día siguiente madrugamos, listos para nuestra aventura en la Gran Muralla pero una vez más nos toca correr para llegar a tiempo al bus 867 de las 7h. Tras 2 horas y 40 minutos de viaje llegamos a Mutianyu. Cogemos el funicular hasta la muralla y caminamos disfrutando rampas y escaleras por la cresta hasta la bajada, qué divertido el tobogán!
La vuelta en bus es agotadora por el calor y la incomodidad de los asientos. Al volver al hotel descubrimos que nos han cambiado las maletas de habitación y... sorpresa! la habitación estándar es minúscula, con la cama encajada entre paredes. Es imposible que durmamos tranquilos allí 3 noches, por lo que decidimos dejar el hotel y buscar uno nuevo.
Empezamos el siguiente día paseando por el Templo Lama bajo un calor terrible. Nos parece casi igual que la ciudad prohibida aunque con budas dentro de los edificios. La gente enciende verdaderas antorchas de incienso como ofrenda.
A medida que avanzamos hacia el norte, los budas de los edificios se hacen más y más grandes hasta llegar a un último buda gigante.
Cerca de allí está el templo de Confucio, un poco más diferente. Está lleno de tablas de piedra escrita y esculturas de Confucio.
Después de comer vamos a ver la anilla olímpica, con su estadio Nido de Pájaro, donde están montando un espectáculo con varios chinos volando.
De vuelta, pasamos por el mercado de la seda a hacer algunas compras, esta vez el regateo se hace muy corto, no nos movemos del precio que conseguimos en Shanghai y con este argumento acabamos temprano la discusión.
Último día en el caluroso Beijing. Vamos entre la niebla al Palacio de Verano, pero estamos agotados y sudorosos. Decidimos verlo sin entrar dentro de los edificios, no va a venir de un templo más o menos.
Hay tanta niebla que en el lago es imposible ver la otra punta.
Después de comer, hacemos las últimas compras en Goulou Jie, sobre todo té. Volvemos pronto al hotel y nos dormimos temprano. Cogemos un taxi sin problemas a las 3 de la mañana hasta el aeropuerto... por una vez, la cosa es sencilla.
Después de tanto calor, casi no podemos ni creernos el fresco de 11 ºC que hace en Zurich.
El primer paso
Hace tiempo alguien me dijo que un viajero es el que no tiene fecha de vuelta, lo demás solamente son turistas. Despues de años viajando, siempre con fecha de vuelta, creo que un viajero es un amante curioso de la vida, que se atreve a ver y a respetar, y que en su calendario siempre tiene anotado un nuevo destino que visitar.
¡Bienvenidos al viaje!
Pàgines
diumenge, 16 de setembre del 2012
Etapa 6: Chengde
Si algo he aprendido en este viaje es que hay que hacer todos los trayectos con tiempo de sobras. Aunque nos habían avisado que la estación de tren estaba a más de una hora de trayecto de Panjin, salimos justitos de tiempo y la recepcionista se entretuvo en ordenar papeles antes de hacer el check-out. Y el taxista nos vio cara de nervios y se aprovechó. No nos pidió un precio excesivo por el viaje en taxi pero cuando le enseñamos la hora del billete se ofreció a saltarse todos los semáforos y normas de circulación por un módico plus. Y lo entendimos perfectamente aunque no hablaba ni palabra de inglés... El caso es que el camino en cuestión era una especie de ronda donde había semáforos y límites de 40 km/h y aunque nadie respetaba el límite, el conductor se ponía a 40 clavados cada vez que nos ofrecía el plus. Total que nos dejamos estafar y llegamos con 20 minutos de margen a la estación. Y con los --- de corbata. El tío hacía zig zags imposibles y se ponía a adelantar en dirección contraria en una carretera de 3 carriles por sentido! Lo más irónico es que el carril de la derecha del todo estaba vacío...
Hicimos el viaje en tren hasta Beijing y allí volvimos a hacer la cola de entrada para volver a coger otro tren hasta Chengde. Suerte que llegábamos y salíamos de la misma estación porque solamente teníamos una hora de margen para hacer el transbordo. La estación estaba repleta de gente, sentada o tirada por cualquier rincón, y nosotros nos pusimos a esperar al estilo chino: sentados en el suelo rodeados de mareas de chinos que acudían por oleadas a buscar sus trenes.
El tren de Chengde se hizo largo y llegamos a una locura de estación llena de gente gritando ofreciendo taxis y alojamiento a módicos precios. Para variar, en el hotel de Chengde no hablaban ni palabra de inglés.
Aunque no teníamos prisa, escuchamos el toque de diana las 7 en punto de la mañana en forma de cantos de ópera y descubrimos que el hotel está pegado a una escuela y hay un montón de chinos en formación.
Ya que estamos despiertos, recorremos el centro de Chengde entre tiendas y restaurantes hasta llegar al complejo de verano de los emperadores. No le falta de nada a esta casita de verano: palacio, jardines, pavellones, lago, pagoda con templo budista... lo que se llama el kit completo!
En Chengde hay más templos, pero están alejados de donde estamos o sea que decidimos darnos una tregua y descansar lo que queda del día.
Hicimos el viaje en tren hasta Beijing y allí volvimos a hacer la cola de entrada para volver a coger otro tren hasta Chengde. Suerte que llegábamos y salíamos de la misma estación porque solamente teníamos una hora de margen para hacer el transbordo. La estación estaba repleta de gente, sentada o tirada por cualquier rincón, y nosotros nos pusimos a esperar al estilo chino: sentados en el suelo rodeados de mareas de chinos que acudían por oleadas a buscar sus trenes.
El tren de Chengde se hizo largo y llegamos a una locura de estación llena de gente gritando ofreciendo taxis y alojamiento a módicos precios. Para variar, en el hotel de Chengde no hablaban ni palabra de inglés.
Aunque no teníamos prisa, escuchamos el toque de diana las 7 en punto de la mañana en forma de cantos de ópera y descubrimos que el hotel está pegado a una escuela y hay un montón de chinos en formación.
Ya que estamos despiertos, recorremos el centro de Chengde entre tiendas y restaurantes hasta llegar al complejo de verano de los emperadores. No le falta de nada a esta casita de verano: palacio, jardines, pavellones, lago, pagoda con templo budista... lo que se llama el kit completo!
En Chengde hay más templos, pero están alejados de donde estamos o sea que decidimos darnos una tregua y descansar lo que queda del día.
dissabte, 15 de setembre del 2012
Etapa 5: Panjin
Nos levantamos a las 4:30h para ir al aeropuerto. Toca la combinación más complicada porque Panjin no tiene aeropuerto y pretendemos llegar hasta allí y ver la playa roja ese mismo día, ya que solo tenemos prevista una noche. La playa se llama así porque la cubre una planta que al morir en septiembre se vuelve roja. Estamos en la última semana de agosto, o sea que espero que valga la pena la visita.
Mi compañero de viaje en el avión, una rara excepción china que habla inglés, se extraña mucho de que cojamos un avión a Jinzhou y aun se extraña más cuando le explico que pretendemos coger un transporte desde allí hasta Panjin. Parece que la cosa hubiese sido más sencilla llegando al aeropuerto de Dalian y enlazando con un tren desde allí. Cuando llegamos al aeropuerto entiendo las dudas de mi compañero de viaje: es un miniaeropuerto compartido con aviones militares, solamente hay una cinta para maletas y el único transporte disponible son taxis.
Negociamos con uno de ellos el transporte a Panjin y llegamos a nuestro hotel gracias al GPS de mi móvil. En el hotel hay 4 personas en recepción que no hablan ni una palabra de inglés, ni siquiera saben hacer gestos... de manera que cada vez que nos intentan explicar algo acaban frustrados llamando a una persona por teléfono que me explica en inglés muy básico lo que me están diciendo: que mi número de habitación es tal, que necesitan una tarjeta de crédito... en fin, preguntarles cómo llegar a la playa roja parece una película de los hermanos Marx. Al final nos envían a la habitación a un chaval que chapurrea el inglés y consigo un par de papeles escritos en chino con los nombres de la playa roja (Hong Haitan) y del hotel para poder volver. Me apunta hasta el teléfono del gerente del hotel por si tenemos algún problema.
Llegamos en taxi hasta el enorme complejo turístico creado alrededor de la playa roja y vemos, aliviados, que hay taxis esperando para llevar a la gente de vuelta. Es el primero de estos sitios que visitamos que no está a tope de chinos. Nos pasean en barco por las marismas y nos llevan en un coche eléctrico hasta la playa. Después de tantas dificultades para llegar, casi lloro de emoción al ver que sí que está roja.
De vuelta descubrimos que los taxis ya no están y su lugar lo ocupan unos cuantos Mitshubatmans. Empezamos a caminar por la carretera y un par de ellos se pelean por llevarnos. El caso es que el taxi que nos lleva se desvía del camino y nos suelta en Dawa, negocia con otro taxista allí, se intercambian dinero y nos colocan como dos paquetes en el nuevo taxi. Nuestro nuevo conductor se empeña en explicarnos una película en chino, despacito para que lo entendamos y ante la expectación de tropecientos taxistas chinos que nos ven cara de poco convencidos y a punto de cambiar de taxi. Ante nuestra cara de interrogante, yo ya no sé si pide más dinero o un mechero, y le doy mi libreta para que escriba un nuevo precio. El señor escribe con esmero y me devuelve la libreta con dos carácteres en chino!!!! La madre que los trajo... Con mi cara debo pagar porque acabamos todos muertos de risa. Tengo claro que del taxi no me muevo hasta que me lleve a mi destino, como había negociado con el primer taxista. Al cabo de unos minutos aparece una chica que se sube en nuestro taxi y la cosa se mueve. O sea que esperábamos a alguien! Haberlo dicho, hombre!
En Panjin de nuevo, pizza, hotel y dormir.
Esta fue sin duda la etapa más complicada del viaje. Puede que la combinación hasta Dalian y el tren fuera más sencilla, pero nuestra manera, Jinzhou y taxi, solamente nos costó unas 3 horas desde Shanghai (2 horas el vuelo y 1 hora el taxi). Esta zona no es nada turística y aunque eso es un lujo en China tiene su precio, ya que nadie habla inglés. Aunque pasamos muchos nervios con las limitaciones de comunicación fue divertido el incidente con los taxis y la cara de un grupo de chinos que me pidió que les hiciese una foto en el barco y enmudecieron al oírme contar 1,2 y 3 en chino. Si valió la pena? Mirad las fotos, y juzgad vosotros mismos.
Mi compañero de viaje en el avión, una rara excepción china que habla inglés, se extraña mucho de que cojamos un avión a Jinzhou y aun se extraña más cuando le explico que pretendemos coger un transporte desde allí hasta Panjin. Parece que la cosa hubiese sido más sencilla llegando al aeropuerto de Dalian y enlazando con un tren desde allí. Cuando llegamos al aeropuerto entiendo las dudas de mi compañero de viaje: es un miniaeropuerto compartido con aviones militares, solamente hay una cinta para maletas y el único transporte disponible son taxis.
Negociamos con uno de ellos el transporte a Panjin y llegamos a nuestro hotel gracias al GPS de mi móvil. En el hotel hay 4 personas en recepción que no hablan ni una palabra de inglés, ni siquiera saben hacer gestos... de manera que cada vez que nos intentan explicar algo acaban frustrados llamando a una persona por teléfono que me explica en inglés muy básico lo que me están diciendo: que mi número de habitación es tal, que necesitan una tarjeta de crédito... en fin, preguntarles cómo llegar a la playa roja parece una película de los hermanos Marx. Al final nos envían a la habitación a un chaval que chapurrea el inglés y consigo un par de papeles escritos en chino con los nombres de la playa roja (Hong Haitan) y del hotel para poder volver. Me apunta hasta el teléfono del gerente del hotel por si tenemos algún problema.
Llegamos en taxi hasta el enorme complejo turístico creado alrededor de la playa roja y vemos, aliviados, que hay taxis esperando para llevar a la gente de vuelta. Es el primero de estos sitios que visitamos que no está a tope de chinos. Nos pasean en barco por las marismas y nos llevan en un coche eléctrico hasta la playa. Después de tantas dificultades para llegar, casi lloro de emoción al ver que sí que está roja.
De vuelta descubrimos que los taxis ya no están y su lugar lo ocupan unos cuantos Mitshubatmans. Empezamos a caminar por la carretera y un par de ellos se pelean por llevarnos. El caso es que el taxi que nos lleva se desvía del camino y nos suelta en Dawa, negocia con otro taxista allí, se intercambian dinero y nos colocan como dos paquetes en el nuevo taxi. Nuestro nuevo conductor se empeña en explicarnos una película en chino, despacito para que lo entendamos y ante la expectación de tropecientos taxistas chinos que nos ven cara de poco convencidos y a punto de cambiar de taxi. Ante nuestra cara de interrogante, yo ya no sé si pide más dinero o un mechero, y le doy mi libreta para que escriba un nuevo precio. El señor escribe con esmero y me devuelve la libreta con dos carácteres en chino!!!! La madre que los trajo... Con mi cara debo pagar porque acabamos todos muertos de risa. Tengo claro que del taxi no me muevo hasta que me lleve a mi destino, como había negociado con el primer taxista. Al cabo de unos minutos aparece una chica que se sube en nuestro taxi y la cosa se mueve. O sea que esperábamos a alguien! Haberlo dicho, hombre!
En Panjin de nuevo, pizza, hotel y dormir.
Esta fue sin duda la etapa más complicada del viaje. Puede que la combinación hasta Dalian y el tren fuera más sencilla, pero nuestra manera, Jinzhou y taxi, solamente nos costó unas 3 horas desde Shanghai (2 horas el vuelo y 1 hora el taxi). Esta zona no es nada turística y aunque eso es un lujo en China tiene su precio, ya que nadie habla inglés. Aunque pasamos muchos nervios con las limitaciones de comunicación fue divertido el incidente con los taxis y la cara de un grupo de chinos que me pidió que les hiciese una foto en el barco y enmudecieron al oírme contar 1,2 y 3 en chino. Si valió la pena? Mirad las fotos, y juzgad vosotros mismos.
Etapa 4: Shanghai, Suzhou, Hangzhou
Entre la lluvia nos despedimos de Luoyang. En Shanghai hace calor, mucha humedad y gotea. Recuperados del día de viaje, nos damos un paseo por la torre Jin Mao y la zona de Pudong, con todos sus rascacielos y torres iluminados.
Al día siguiente no toca madrugar. Queremos ir a Suzhou pero solo hay media hora de viaje, o sea que cogemos un tren hacia las 12h y aprovechamos para comprar también los billetes de Hangzhou para dentro de un par de días en la misma estación de Suzhou, que está mucho más tranquila que la de Shanghai.
Bus 202 desde la estación de Suzhou para llegar al Jardín del Administrador humilde, al que se accede por una calle peatonal donde hacemos algunas compras de artesanía.
Recorremos el jardín con 29ºC y un 80% de humedad: sensación térmica de 35ºC... casi estamos como en casa! El jardín tiene estanques y pavellones, flores de loto y carpas gigantes.
Al salir, una barca tradicional nos lleva por los canales y nos acerca al centro comercial de Suzhou.
Un paseo por las calles históricas y vuelta a la realidad entre tiendas y comida.
Nuestro tercer día en Shanghai vuelve a amanecer lloviendo. Nos decidimos a darnos una vuelta por el mercado de falsificaciones que hay en la parada de metro del museo de la Ciencia y la Tecnología, pero somos un completo fracaso en esto de comprar cuando nos acosan. Es demasiado temprano y hay muy poca gente, por lo que todos los vendedores nos acosan sin cesar tienda tras tienda, lo que nos hace huir despavoridos sin comprar nada.
Con las manos vacías, volvemos en metro a la Plaza del Pueblo y nos paseamos haciendo algunas compras por la calle Nanjing. La recorremos hasta el Bund y nos recreamos con las vistas de Pudong hasta que anochece. Acabamos nuestro día con una cena en un restaurante de tapas españolas, el Willy. Las bravas y los canelones nos saben a gloria!
Al día siguiente toca ir a Hangzhou. Desgraciadamente esto de perder trenes se está convirtiendo en una costumbre peligrosa. Aunque nos hemos calculado el tiempo para llegar a la estación, hacemos el viaje en metro en hora punta y las interminables colas en los transbordos y en la propia estación de tren nos frenan. Esta vez más tranquilos que en Xi'an nos vamos directos a cambiar los billetes y llegamos a Hangzhou una hora más tarde de lo previsto.
En bus llegamos hasta el lago del Oeste. Empieza a llover cuando lo recorremos y nos decidimos por cruzar a las islas del centro del lago con un barquito de los muchos que hay para elegir.
Seguimos nuestro paseo hasta la tumba de Yue Fei y bordeando el enorme lago hasta que agotados buscamos otro bus donde enlatarnos como sardinas y llegar a la estación. El tráfico es terrible. Agotados es poco.
Último día en Shanghai, nos acercamos a la zona comercial que imita las calles antiguas de Shanghai y que está alrededor del jardín Yuyuan. Está a tope de gente y aprovechamos para hacer algunas compras más.
Cuando entramos en el jardín Yuyuan hace bastante calor. Paseamos por sus jardines y sus estanques, aunque algunas carpas son tan enormes que dan miedo.
Después de comer vamos a la plaza del Pueblo y nos arriesgamos de nuevo en el mercado de falsificaciones Tao Bao, en la calle Nanjing. Esta vez ya vamos más convencidos de lo que queremos comprar, qué precio pedir y cómo esquivar a los vendedores pesados o sea que volvemos al hotel con nuestras bolsas de basura negras llenas de regalitos.
Al día siguiente no toca madrugar. Queremos ir a Suzhou pero solo hay media hora de viaje, o sea que cogemos un tren hacia las 12h y aprovechamos para comprar también los billetes de Hangzhou para dentro de un par de días en la misma estación de Suzhou, que está mucho más tranquila que la de Shanghai.
Bus 202 desde la estación de Suzhou para llegar al Jardín del Administrador humilde, al que se accede por una calle peatonal donde hacemos algunas compras de artesanía.
Recorremos el jardín con 29ºC y un 80% de humedad: sensación térmica de 35ºC... casi estamos como en casa! El jardín tiene estanques y pavellones, flores de loto y carpas gigantes.
Al salir, una barca tradicional nos lleva por los canales y nos acerca al centro comercial de Suzhou.
Un paseo por las calles históricas y vuelta a la realidad entre tiendas y comida.
Nuestro tercer día en Shanghai vuelve a amanecer lloviendo. Nos decidimos a darnos una vuelta por el mercado de falsificaciones que hay en la parada de metro del museo de la Ciencia y la Tecnología, pero somos un completo fracaso en esto de comprar cuando nos acosan. Es demasiado temprano y hay muy poca gente, por lo que todos los vendedores nos acosan sin cesar tienda tras tienda, lo que nos hace huir despavoridos sin comprar nada.
Con las manos vacías, volvemos en metro a la Plaza del Pueblo y nos paseamos haciendo algunas compras por la calle Nanjing. La recorremos hasta el Bund y nos recreamos con las vistas de Pudong hasta que anochece. Acabamos nuestro día con una cena en un restaurante de tapas españolas, el Willy. Las bravas y los canelones nos saben a gloria!
Al día siguiente toca ir a Hangzhou. Desgraciadamente esto de perder trenes se está convirtiendo en una costumbre peligrosa. Aunque nos hemos calculado el tiempo para llegar a la estación, hacemos el viaje en metro en hora punta y las interminables colas en los transbordos y en la propia estación de tren nos frenan. Esta vez más tranquilos que en Xi'an nos vamos directos a cambiar los billetes y llegamos a Hangzhou una hora más tarde de lo previsto.
En bus llegamos hasta el lago del Oeste. Empieza a llover cuando lo recorremos y nos decidimos por cruzar a las islas del centro del lago con un barquito de los muchos que hay para elegir.
Seguimos nuestro paseo hasta la tumba de Yue Fei y bordeando el enorme lago hasta que agotados buscamos otro bus donde enlatarnos como sardinas y llegar a la estación. El tráfico es terrible. Agotados es poco.
Último día en Shanghai, nos acercamos a la zona comercial que imita las calles antiguas de Shanghai y que está alrededor del jardín Yuyuan. Está a tope de gente y aprovechamos para hacer algunas compras más.
Cuando entramos en el jardín Yuyuan hace bastante calor. Paseamos por sus jardines y sus estanques, aunque algunas carpas son tan enormes que dan miedo.
Después de comer vamos a la plaza del Pueblo y nos arriesgamos de nuevo en el mercado de falsificaciones Tao Bao, en la calle Nanjing. Esta vez ya vamos más convencidos de lo que queremos comprar, qué precio pedir y cómo esquivar a los vendedores pesados o sea que volvemos al hotel con nuestras bolsas de basura negras llenas de regalitos.
divendres, 14 de setembre del 2012
Etapa 3: Luoyang
Llegamos puntuales a la estación de Xi'an y al llegar al guardia de los controles de seguridad descubrimos que la estación de Xi'an y la estación Xi'an norte no son la misma! Contrareloj regateamos con un taxista y entre la lluvia intentamos llegar a la estación del norte en un Mitshubatman sin asientos por las interminables afueras de Xi'an.
Perdemos el tren por 15 minutos. Mi mayor miedo era que no hubiese billetes para los trenes de ese día y tener que hacer alguna pirueta para conseguir llegar a Luoyang, o saltárselo y marcharnos a Shanghai directamente. Para nuestra sorpresa nos cambian los billetes para el siguiente tren sin ningún problema y sin pagar nada por el cambio, y todo queda en un susto.
Tras dejar los trastos en el Yiha Hostel, comemos algo y cogemos el bus 53 hasta las grutas Longmen. El calor se hace sentir y ni los polos de melón que compramos ni el agua helada ayudan mucho. Vemos budas y más budas en huecos excavados en la roca. Los hay medianos, pequeños, grandes y gigantes! Acabamos la visita en el templo, rotos de subir y bajar escaleras durante 3 horas con calor.
Volvemos en el mismo bus y bajamos al lado del mercado nocturno donde venden todo tipo de delicias culinarias, incluyendo gusanos y escorpiones frescos en pincho.
Para el día siguiente tenemos previsto ir a Shaolin, pero como parece un poco lío ir por nuestra cuenta decidimos reservar un tour desde el hostel. Los tours y nosotros no nos llevamos bien, y hay un accidente que impide al bus que nos tiene que recoger llegar hasta el hostel. Papelito en chino con el destino en mano nos lanzamos de nuevo a la aventura de llegar por nuestra cuenta: bus de línia a Dengfeng acalorados y estrechos, sobre unas butacas recubiertas de plástico; microbus 8 de Dengfeng a Shaolin que nos para arriesgando su vida la cobradora del primer bus, y llegamos al templo sentados en banquetas.
Visitamos la zona de entrenamiento, el templo Shaolin, el bosque de pagodas y subimos al monte Shan Long con un teleférico. A la vuelta del teleférico vemos la exhibición de Kung fu.
De nuevo microbus 8, bus de línea de vuelta sentados en una especie de asientos plegables que cubren el espacio del pasillo y bus urbano por Louyang. En el fondo no era tan complicado!
Perdemos el tren por 15 minutos. Mi mayor miedo era que no hubiese billetes para los trenes de ese día y tener que hacer alguna pirueta para conseguir llegar a Luoyang, o saltárselo y marcharnos a Shanghai directamente. Para nuestra sorpresa nos cambian los billetes para el siguiente tren sin ningún problema y sin pagar nada por el cambio, y todo queda en un susto.
Tras dejar los trastos en el Yiha Hostel, comemos algo y cogemos el bus 53 hasta las grutas Longmen. El calor se hace sentir y ni los polos de melón que compramos ni el agua helada ayudan mucho. Vemos budas y más budas en huecos excavados en la roca. Los hay medianos, pequeños, grandes y gigantes! Acabamos la visita en el templo, rotos de subir y bajar escaleras durante 3 horas con calor.
Volvemos en el mismo bus y bajamos al lado del mercado nocturno donde venden todo tipo de delicias culinarias, incluyendo gusanos y escorpiones frescos en pincho.
Para el día siguiente tenemos previsto ir a Shaolin, pero como parece un poco lío ir por nuestra cuenta decidimos reservar un tour desde el hostel. Los tours y nosotros no nos llevamos bien, y hay un accidente que impide al bus que nos tiene que recoger llegar hasta el hostel. Papelito en chino con el destino en mano nos lanzamos de nuevo a la aventura de llegar por nuestra cuenta: bus de línia a Dengfeng acalorados y estrechos, sobre unas butacas recubiertas de plástico; microbus 8 de Dengfeng a Shaolin que nos para arriesgando su vida la cobradora del primer bus, y llegamos al templo sentados en banquetas.
Visitamos la zona de entrenamiento, el templo Shaolin, el bosque de pagodas y subimos al monte Shan Long con un teleférico. A la vuelta del teleférico vemos la exhibición de Kung fu.
De nuevo microbus 8, bus de línea de vuelta sentados en una especie de asientos plegables que cubren el espacio del pasillo y bus urbano por Louyang. En el fondo no era tan complicado!
Etapa 2: Xi'an
Tras casi una hora de atasco metidos en el avión, haciendo cola para despegar en Beijing, conseguimos llegar a Xi'an. El aparthotel está en pleno centro y es muy de estilo occidental. Decidimos comer en el restaurante del hotel y cuando vamos a pagar nos sorprenden con un 30% de descuento por razones que no conseguimos entender, a pesar del perfecto chino de la camarera...
Nos vamos a visitar la torre del Tambor y la torre de la Campana que están al lado del hotel y después nos acercamos a la muralla por unas calles comerciales muy ruidosas.
Cuando llegamos a la puerta sur, ya es de noche y está toda iluminada y descubrimos un parque a sus pies donde hay gente ensayando percusión, ópera, hacen gimnasia, patinan... Estos chinos son incansables!
Al día siguiente llegamos temprano a la estación de tren desde donde salen los autobuses hacia los guerreros de terracota. Cogemos el bus turístico 5 (306) tras una cola larga que nos asusta, pero que solo se convierte en media hora de espera. El trayecto hasta los guerreros dura 1 hora.
Con mucho calor recorremos el hall de exposiciones, el inmenso pavellón 2 lleno de guerreros rotos, el pit 3, pequeño pero con los guerreros de mando muy reconstruidos y el enorme pit 1, que es el más espectacular, con un montón de guerreros reconstruidos.
Tras la peli en el cine circular, volvemos a Xi'an y entramos en la muralla por la puerta Shangde a mitad de precio que en la puerta Sur. Andamos unos 1600 metros hasta legar al alquiler de bicis y cogemos un tándem para recorrer el oeste de la muralla y llegar hasta la puerta Sur.
Nos vamos a visitar la torre del Tambor y la torre de la Campana que están al lado del hotel y después nos acercamos a la muralla por unas calles comerciales muy ruidosas.
Cuando llegamos a la puerta sur, ya es de noche y está toda iluminada y descubrimos un parque a sus pies donde hay gente ensayando percusión, ópera, hacen gimnasia, patinan... Estos chinos son incansables!
Al día siguiente llegamos temprano a la estación de tren desde donde salen los autobuses hacia los guerreros de terracota. Cogemos el bus turístico 5 (306) tras una cola larga que nos asusta, pero que solo se convierte en media hora de espera. El trayecto hasta los guerreros dura 1 hora.
Con mucho calor recorremos el hall de exposiciones, el inmenso pavellón 2 lleno de guerreros rotos, el pit 3, pequeño pero con los guerreros de mando muy reconstruidos y el enorme pit 1, que es el más espectacular, con un montón de guerreros reconstruidos.
Tras la peli en el cine circular, volvemos a Xi'an y entramos en la muralla por la puerta Shangde a mitad de precio que en la puerta Sur. Andamos unos 1600 metros hasta legar al alquiler de bicis y cogemos un tándem para recorrer el oeste de la muralla y llegar hasta la puerta Sur.
dimecres, 12 de setembre del 2012
Etapa 1: Beijing
Salimos de casa a las 5:30h de la mañana, cuando llegamos a Beijing son las 12 de la noche, pero las 6 de la mañana allí, para que os hagáis una idea del cansancio. Solamente hemos conseguido dormir una hora en el avión.
El avión de Austrian nos decepciona por las dificultades para hacer el check-in y porque el aparato es bastante viejo. En cambio la comida es muy aceptable.
El aeropuerto de Beijing es tan inmenso que hay que coger un tren para ir a buscar el equipaje. Después de la cola para la revisión de los pasaportes, cogemos el tren Express al centro y hacemos un intento de coger un taxi desde Dongzhimen hasta nuestro hostel. Y se queda en el intento, porque nos pretenden cobrar 280 yuanes por un trayecto que no vale más de 20 yuanes según las referencias del hostel. Nos decidimos por coger el metro y caminar una media hora hasta encontrar el hotel.
Estamos alojados en un Hutong muy auténtico y tenemos la suerte de que nos dan la habitación en cuanto llegamos, son las 9 de la mañana. Decidimos dormir unas 4 horas y empezar a recorrer la ciudad. La siesta sabe a poco, pero hay que coger el ritmo, o sea que nos levantamos y vamos a visitar el templo del Cielo. Por 1 yuan vamos enlatados en un bus hasta el templo que en realidad es un gran parque lleno de templos y zonas diferentes que visitamos con una audioguía-mapa muy original.
El parque está muy animado: hay jugadores de cartas, cantantes de ópera ensayando, niños que mueven cintas de colores... Nos paseamos un rato encantados hasta que nos puede el cansancio.
Dormimos a trompicones y después de desayunar descubrimos, preocupados, que no nos han traido los billetes del tren. Le pedimos a la recepcionista del Hostel que nos llame a la agencia, suerte que ella habla un chino fluido! Nos los traerán todos esa misma tarde.
Bajo un calor húmedo nos vamos enlatados de nuevo en un bus a la plaza Tiananmen y recorremos la enorme Ciudad Prohibida. Esperábamos encontrar mucho más turismo occidental pero la mayoría de los turistas son chinos y además hay un montón!
Volvemos al hotel a descansar un rato y a olvidarnos del calor por unas horas, y al atardecer recorremos el parque Jingshan, que es una atalaya perfecta sobre la ciudad Prohibida, además de un museo al aire libre de dinosaurios y pagodas escondidas por la colina.
Al salir del parque vemos a un par de hombres que escriben caligrafía en el suelo con agua y, por lo que nos explica un señor en un chino perfecto, juegan a escribir los carácteres y su reflejo.
El avión de Austrian nos decepciona por las dificultades para hacer el check-in y porque el aparato es bastante viejo. En cambio la comida es muy aceptable.
El aeropuerto de Beijing es tan inmenso que hay que coger un tren para ir a buscar el equipaje. Después de la cola para la revisión de los pasaportes, cogemos el tren Express al centro y hacemos un intento de coger un taxi desde Dongzhimen hasta nuestro hostel. Y se queda en el intento, porque nos pretenden cobrar 280 yuanes por un trayecto que no vale más de 20 yuanes según las referencias del hostel. Nos decidimos por coger el metro y caminar una media hora hasta encontrar el hotel.
Estamos alojados en un Hutong muy auténtico y tenemos la suerte de que nos dan la habitación en cuanto llegamos, son las 9 de la mañana. Decidimos dormir unas 4 horas y empezar a recorrer la ciudad. La siesta sabe a poco, pero hay que coger el ritmo, o sea que nos levantamos y vamos a visitar el templo del Cielo. Por 1 yuan vamos enlatados en un bus hasta el templo que en realidad es un gran parque lleno de templos y zonas diferentes que visitamos con una audioguía-mapa muy original.
El parque está muy animado: hay jugadores de cartas, cantantes de ópera ensayando, niños que mueven cintas de colores... Nos paseamos un rato encantados hasta que nos puede el cansancio.
Dormimos a trompicones y después de desayunar descubrimos, preocupados, que no nos han traido los billetes del tren. Le pedimos a la recepcionista del Hostel que nos llame a la agencia, suerte que ella habla un chino fluido! Nos los traerán todos esa misma tarde.
Bajo un calor húmedo nos vamos enlatados de nuevo en un bus a la plaza Tiananmen y recorremos la enorme Ciudad Prohibida. Esperábamos encontrar mucho más turismo occidental pero la mayoría de los turistas son chinos y además hay un montón!
Volvemos al hotel a descansar un rato y a olvidarnos del calor por unas horas, y al atardecer recorremos el parque Jingshan, que es una atalaya perfecta sobre la ciudad Prohibida, además de un museo al aire libre de dinosaurios y pagodas escondidas por la colina.
Al salir del parque vemos a un par de hombres que escriben caligrafía en el suelo con agua y, por lo que nos explica un señor en un chino perfecto, juegan a escribir los carácteres y su reflejo.
dilluns, 10 de setembre del 2012
Moviéndonos por China
Vuelos internacionales
Llegamos a Beijing con Austrian y volvimos con Swiss. Austrian nos decepcionó completamente porque no se podía hacer el check-in por internet antes de salir si el vuelo salía desde Barcelona. En cambio, si salía desde otros orígenes, no había problema. El caso es que acabamos con dos asientos separados y en medio de los 3 centrales, para nuestra desesperación. Después de fracasar en el intento de hacer algún cambio en nuestra escala en Viena subimos al avión cabreados y frustrados para descubrir que todos los chinos reservaban las puntas de los asientos de 3, en un intento de que no les ocupasen el del centro y poder dormir a sus anchas. Pero en cuanto ibas a ocupar tu asiento, ellos mismos se cambiaban al del centro y acabamos los dos separados pero en el pasillo.Swiss en cambio es una delicia. Hasta conseguimos salida de emergencia en la vuelta, haciendo el check-in puntuales por internet. Eso sí, nos comimos una escala de 9 horas en Zurich que se hizo interminable, a pesar de escaparnos a Zurich a dar una vuelta.
Vuelos nacionales
Compramos todos los vuelos nacionales a través de elong y funcionó perfectamente. Una vez comprados, nos llegó por mail una confirmación con un número de reserva, que se convirtió en una tarjeta de embarque en los aeropuertos de China. Volamos con China Eastern, China Airlines i Shanghai Airlines. Solamente se retrasó una hora el vuelo de Shanghai Airlines. Los demás fueron puntuales como un reloj. Y en todos nos dieron comida.Trenes
Compramos los trenes a través de Chinaticketonline y nos confirmaron al momento si algún tren tenía que sufrir alguna modificación de clase. Como los billetes de tren no se pueden comprar con más antelación que 10 días, no fue posible que nos los trajeran todos al primer hotel, pero lo solucionamos con dos hoteles. De todas maneras, una vez visto como funciona allí, creo que comprar billetes para trenes rápidos a destinos que tienen más de un tren al día no es problema. Solamente hace falta llevar apuntado el número del tren y la hora, y si puede ser el destino en chino por si acaso. Pero en todos los casos se pueden comprar para el mismo día. Y segunda clase es más que suficiente, juzgad vosotros mismos.Además es interesante saber que en las 2 horas siguientes a la salida del tren te reembolsan el dinero o te cambian tu billete a otro tren sin ningún coste. Muy útil si lo pierdes. Normalmente hay una cola especial en las taquillas para cambiar billetes.
En cambio los trenes nocturnos y los regionales es otra historia. Las estaciones están abarrotadas de gente y comprar billetes para un día concreto puede ser misión imposible. Yo los encargaría sin dudar si volviese a irme.
Autobuses interurbanos
Solamente hicimos trayectos de ida y vuelta en el mismo día, eso quiere decir trayectos de un par de horas. Imprescindible llevar apuntado el destino en chino, y si no vas al final del trayecto, enseñárselo al conductor y al cobrador. A nosotros nos cuidaron mucho, como con orgullo de que sin ellos no éramos capaces de saber dónde bajar o cómo explicar a dónde íbamos.Autobuses urbanos
Si los tengo que definir con una palabra diría llenísimos. A todas horas. También baratos, 1 yuan o 2. Pero no valen remilgos, a ciertas horas hay que estar dispuesto a ser una sardina más de la lata para cogerlo.Metro
Lo usamos en Beijing y Shanghai. Es fácil y rápido, aunque en horas puntas los andenes están tan llenos que hacer un transbordo puede resultar muy largo. Hay que tenerlo en cuenta si se enlaza con un tren o un avión, nosotros perdimos un tren porque un trayecto que nos había costado 45 minutos fuera de la hora punta se convirtió en una hora y cuarto en plena hora punta.Taxi
Son muy baratos... siempre que no intenten timarte. Hay que conseguir que pongan el taxímetro. Sino, recomiendo bajarse y coger otro. Si una cosa hay en China, son taxis libres. Una idea de precios:Aeropuerto de Beijing-centro de la ciudad: 100 yuanes
Estación de tren apartada en Luoyang-centro de la ciudad: 80 yuanes
Muchos alojamientos facilitan los precios aproximados de los trayectos para que no te timen, preguntad en vuestro hotel.
Taxi pirata, alias Mitshubatman
Hay de todos los tipos, pero muchos de ellos eran mini furgonetas de la marca Wuling, a las que les pusimos el apodo de Mitshubatman, porque el logo es una fusión entre el de Mitshubishi y el de Batman.Te persiguen como aves de rapiña y siempre toca regatear. Además algunas no llevan asientos... propiamente dichos.
Cogimos uno en Xi'an y otro en Panjin por necesidad, pero son algo a evitar ya que muchos no tienen licencia ni seguro.
Alojamientos en China
Fieles a nuestra religión, intentamos pasar un mínimo de dos noches en cada alojamiento porque se nos hace muy pesado hacer y deshacer maletas, y viajar cada día del itinerario. Siempre elegimos habitaciones dobles con baño, con cama mínimo 1,50m.
Este año hemos hecho un gran descubrimiento con los Hostel. Baratos, limpios, bien situados, hablan inglés y dan mucha información. Los alojamientos en China han sido:
La habitación es muy correcta, hacen comidas, y la pareja que lo lleva habla inglés perfectamente y son muy hospitalarios. Además están muy cerca de la ciudad prohibida. Está situado en un hutong muy "auténtico", con jaulas de grillos a la puerta de las casas y todo.
Este año hemos hecho un gran descubrimiento con los Hostel. Baratos, limpios, bien situados, hablan inglés y dan mucha información. Los alojamientos en China han sido:
Beijing: Sitting on the City Walls Courtyard House
No está cerca del metro (unos 20 minutos andando), pero hay una buena combinación para llegar en bus desde la estación de Dongzhimen, donde te deja el tren del aeropuerto. El problema es que la primera vez que vas no sabes dónde hay que bajarse del bus.La habitación es muy correcta, hacen comidas, y la pareja que lo lleva habla inglés perfectamente y son muy hospitalarios. Además están muy cerca de la ciudad prohibida. Está situado en un hutong muy "auténtico", con jaulas de grillos a la puerta de las casas y todo.
Xi'an: Citadines Central Xi'an
Aparthotel muy moderno y muy bien situado, al lado de la torre del tambor y de la campana. Es sencillo llegar en bus desde el aeropuerto, apenas un par de minutos andando desde la parada de bus. Hablan inglés y tienen un restaurante en el mismo aparthotel.Luoyang: Yijia Youth Hostel
En el centro de Luoyang, llegamos en taxi desde la estación de tren, pero está muy bien comunicado en bus. Hablan inglés y sirven comidas. Yo encontré la cama un poco dura, y había un poco de jaleo en la calle el sábado por la noche que se oía en la habitación, pero el cansancio puede con todo!Shanghai: The Phoenix Hostel Shanghai
Céntrico hostel, a cinco minutos andando del metro, al lado de la plaza del pueblo. Hablan inglés, tienen restaurante y bar.Panjin: Trades International Hotel
Nos costó mucho encontrar hoteles en Panjin con alguna opinión y que pudiésemos reservar desde España. Claramente no está preparado para turismo extranjero. No hicimos foto porque solamente estuvimos una noche y fuimos con prisas todo el rato. La habitación era muy grande, con grandes ventanales y sofá, pero estaba toda desconchada. Parecía que reformaban algunas plantas del hotel y supongo que aún no le había llegado el turno a la nuestra. No os dejéis engañar por lo de International, en la recepción había 4 personas y ninguna hablaba inglés, cada vez que no nos entendíamos llamaban por teléfono a una china que en inglés muy precario intentaba hacerse entender. En la última planta había un restaurante.Chengde: Chengde No.1 Business Hotel
Otro Business hotel donde no hablaban ni palabra de inglés. El hotel es fantástico, las camas son muy buenas y la habitación amplia y cómoda. Está situado a un cuarto de hora andando desde la estación de tren y a unos 20 minutos andando del palacio de vacaciones de los emperadores. Lástima que da a un patio de colegio donde empiezan las clases a las 7 a.m. con música de ópera a toda castaña.Beijing: Emperor Guards Courtyard Beijing
Reservamos la habitación doble estándar, pero la primera noche nos ofrecieron la doble superior como obsequio y la habitación era fantástica. Lástima que la doble estándar está encajada entre paredes y es mucho más pequeña, por lo que cancelamos la reserva sin coste y cambiamos de hotel. A pesar del contratiempo, el chico de recepción se desvivió por nosotros. Está muy bien situado, a 5 minutos andando del metro, en un hutong al lado de unas calles comerciales muy animadas y del mercado de comida nocturno, pero hay que escoger la doble superior sin duda.Beijing: Beijing Templeside Lianlian Hutong Guest House
Fue un cambio de última hora, pero no estaba mal. La cama era confortable aunque los muelles eran ruidosos. Estaba en un hutong muy limpio y a unos 10 minutos andando del metro. Como todos los alojamientos en hutong, eran varias habitaciones alrededor de un patio común de manera que si la gente se queda charlando allí, se oye ruido en la habitación.
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